Fechado en 1977, un documento de la CIA indica que las reivindicaciones de Marruecos sobre el Sáhara van más allá de los intereses económicos, abarcando aspectos religiosos e históricos. Afirma que las potencias coloniales habían dividido el territorio marroquí. Ante este hecho consumado, los marroquíes no estuvieron dispuestos a renunciar al Sáhara Occidental. Un documento de la CIA fechado en diciembre de 1977 revela las auténticas razones detrás de la negativa de Marruecos a ceder el Sahara, así como las verdaderas motivaciones de Argelia para intentar establecer un sexto Estado en el Magreb. Desclasificado en septiembre de 2012, el informe sostiene que Marruecos considera la anexión del «antiguo Sahara español» como una cuestión de interés nacional vital. El documento explica que esta cuestión cuenta con el respaldo de todos los sectores populares del país, señalando que «tiene fundamentos históricos y religiosos profundos con implicaciones significativas para la estabilidad política del régimen». Además, destaca que el control del Sahara por parte de Marruecos está directamente vinculado a su capacidad para enfrentar a su principal rival geopolítico, Argelia. Para comprender el fuerte apego de Marruecos al Sahara, el documento sugiere que es necesario «estudiar la situación desde este punto de vista marroquí, especialmente a la luz del caso jurídico formulado contra la manera en que Marruecos y Mauritania han anexado el territorio». En este contexto, el informe desestima la idea de que Marruecos busca retomar el Sahara para asegurar su dominio en el mercado internacional de fosfatos, calificándola de «inexacta». Precisa que «la reivindicación de Marruecos está profundamente arraigada en la historia de la nación», recordando que antes del período colonial, los dirigentes marroquíes ejercían cierto control sobre gran parte del noroeste de África, extendiéndose al Sahara Occidental, Mauritania, el suroeste de Argelia e incluso Mali desde el siglo X hasta el XVII. El documento destaca «con cierta precisión» que en los intercambios entre los responsables marroquíes tras la Independencia, la idea de que el reino fue despojado de vastas zonas durante el período colonial es recurrente. Aunque el resurgimiento de una «tendencia a la liberación nacional» para un «Gran Marruecos» se menciona ocasionalmente, la mayoría de los marroquíes han aceptado la pérdida de «una gran parte de los territorios del Marruecos precolonial como una realidad». No obstante, el Sahara Occidental sigue siendo «una excepción notable». Desde principios de los años 70, un fuerte movimiento en el país se ha concentrado en el antiguo Sahara español, viéndolo como la última oportunidad para que Marruecos recupere algunas de sus tierras «robadas». Más allá de la definición occidental de soberanía Según el documento, las reivindicaciones marroquíes no se basan «en una definición occidental de soberanía». En octubre de 1975, un dictamen consultivo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) determinó que los lazos de lealtad entre las diversas tribus de la región, Marruecos y Mauritania, en el momento de la colonización española en 1885, eran insuficientes para establecer una soberanía territorial. Las reclamaciones de Marruecos están más bien ancladas en la Historia y la cultura, profundamente arraigadas en los conceptos islámicos de lealtad de la población al gobernante, vinculadas al control sobre la región antes de la ocupación europea. Estas reivindicaciones históricas han sido reforzadas por conceptos modernos de nacionalismo y «honor» nacional. Por lo tanto, el pueblo marroquí, con sus componentes modernos y tradicionales, ha apoyado masivamente la política de Marruecos respecto al Sahara. La agencia explica que la campaña para recuperar los territorios «robados» a Marruecos comenzó con profundas divisiones y desconfianza hacia el liderazgo del rey Hassan II. Al anunciar la Marcha Verde hacia el Sahara, el soberano finalmente apaciguó la oposición sobre la cuestión y atrajo a los opositores al servicio del gobierno. Los líderes de todos los partidos, desde la formación nacionalista tradicional del Istiqlal hasta los comunistas, recorrieron el mundo para reunir apoyos a las reivindicaciones marroquíes. El documento subraya que del otro lado de la frontera, el presidente argelino Houari Boumediene, «quien parecía estar de acuerdo con cualquier pacto marroquí-mauritano respecto al Sahara Occidental durante la Cumbre Árabe celebrada en Rabat en 1974, reevaluó la posición de Argelia en 1975». Después de que Marruecos y Mauritania tomaron el control del Sahara, Argelia se volvió contra sus vecinos. Desde entonces, ha librado una guerra por delegación, utilizando el movimiento nacionalista saharaui como una herramienta para su política. La soberanía, una reivindicación no negociable La agencia confirma que, aunque la razón aparente de Argelia para apoyar al Frente Polisario es el principio de autodeterminación, su rivalidad histórica con Marruecos por la dominación en el noroeste de África sigue siendo su motivación principal. A través de este conflicto, busca «establecer una república saharaui independiente, sobre la cual espera tener una influencia dominante, privando así a Marruecos de los recursos económicos significativos de la región e impidiendo los esfuerzos de Marruecos para restringir el acceso futuro de Argelia al océano Atlántico». El documento concluye que es poco probable que Marruecos acepte cualquier fórmula de solución que comprometa sus reivindicaciones de soberanía sobre el Sahara, aunque es probable que muestre flexibilidad respecto a otros aspectos de cualquier otra solución, como la explotación conjunta de los recursos del Sahara, garantizar a Argelia el acceso al océano Atlántico, o conceder amnistía a los combatientes del Polisario. La fuente añade que Marruecos está plenamente preparado para ignorar las presiones diplomáticas y políticas de la comunidad internacional que llaman a la autodeterminación del Sahara. También está dispuesto a resistir las presiones estadounidenses para llegar a un acuerdo que implique el riesgo de perder la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental.