¿Después de la apropiación cultural, la apropiación histórica? El político-youtuber argelino, Rachid Nekkaz, reclama desde Marrakech, la mezquita Koutoubia y también el reino almohade de Abdelmoumen. Todo un espectáculo en YouTube para respaldar su propuesta de condominio argelino-marroquí sobre el Sahara Occidental. A Rachid Nekkaz le apasionan los golpes de efecto. Empresario sin negocios, político sin electores y prisionero sin martirio, ha logrado hacerse un nombre tanto en Francia como en Argelia a través de revuelo mediático y provocaciones oportunistas. ¿Su última jugada? La historia. Desde Marrakech, intenta reescribir el pasado ofreciendo a los nacionalistas argelinos un argumento provocador: que la mezquita de la Koutoubia habría sido construida por un «sultán argelino». Nekkaz, nacido en Villeneuve-Saint-Georges, Francia, basa su argumento en un razonamiento simplista: Abdelmoumen, el fundador del imperio almohade y constructor de la Koutoubia, nació en Nedroma, una ciudad que hoy pertenece a Argelia. Por lo tanto, según él, la icónica mezquita de Marrakech es argelina. Este razonamiento pasa por alto que en el siglo XII, ni Argelia ni Marruecos existían como Estados-nación. También ignora la historia de los almohades, una dinastía que, al igual que los almorávides antes que ellos, siempre estableció sus capitales y centros de poder en el oeste del Magreb, es decir, en lo que hoy es Marruecos. Siguiendo esta lógica absurda, los árabes del Medio Oriente deberían reclamar el Reino de Fez, fundado por Idris I, un exiliado de Medina. La historia no se rige por las fronteras modernas. Sin embargo, este tipo de atajos seduce a los nacionalistas en busca de orgullo, y Rachid Nekkaz lo sabe bien. Un oportunismo político lleno de contradicciones Como buen showman, Nekkaz adapta sus conceptos según lo que le convenga para su discurso del día. Por un lado, rechaza las fronteras heredadas del colonialismo para abogar por un Magreb unido y sin divisiones. Por otro, las utiliza para anexionar simbólicamente partes del patrimonio marroquí. Curiosamente, su indignación no incluye la partición de Marruecos realizada por Francia, que amputó al reino de las regiones de Touat, Tindouf y Béchar para unirlas a Argelia. Pero donde el político pacifista pro Unión del Magreb revela sus intenciones más nacionalistas es al proponer una «co-soberanía argelino-marroquí» sobre el Sáhara Occidental, es decir, un condominio. Una idea surgida de la nada, que incluso contradice la posición oficial de Argelia, que afirma no ser parte del conflicto. Al sugerir que Argelia coadministre un territorio que nunca ha administrado ni reclamado, Nekkaz hace lo que mejor sabe: lanzar una piedra al estanque y observar el caos que sigue. El espectáculo por encima de todo Detrás de esta pseudo-conferencia histórica, no hay un fundamento para un debate político serio, sino otro golpe mediático al estilo de un youtuber. El video ha sido ampliamente compartido por cuentas nacionalistas argelinas en las redes sociales, presentado como una «victoria simbólica» sobre Marruecos. La receta es conocida: una mezcla de revisionismo histórico, nacionalismo exacerbado y antimarroquinismo primario, todo servido por un personaje que disfruta cultivando la ambigüedad. Pero el truco es evidente. Detrás de sus discursos sobre la unidad magrebí y la paz entre los pueblos, Nekkaz en realidad alimenta la fractura entre los dos países. No tiende puentes, cava fosos. No acerca a los pueblos, los divide, sirviendo a los argelinos una historia a la carta, calibrada para halagar su orgullo nacional. En lugar de un «khawa khawa» (somos hermanos), Rachid Nekkaz se ha convertido en la encarnación del «khwa l khawi» (el vacío sideral).