Es una pregunta que todas nos hemos hecho al menos una vez. Si el mes de Ramadán es un mes de oraciones y recogimiento, ¿deberíamos por ello olvidar el amor y la ternura? ¿Dejar de tocarnos o besarnos? ¿Y después del iftar, podemos permitirnos un pequeño momento de complicidad? «Cada vez que comienza el mes de Ramadán, mi esposo abandona el lecho conyugal y no regresa hasta el día del Eid», relata Hanane. Ella describe cómo se siente profundamente sola, como si fuera más su empleada doméstica que su esposa. «¿Acaso ha olvidado lo atento que era nuestro profeta con sus esposas y lo tierno que era con ellas, incluso durante Ramadán?», se pregunta. Nouhaila también comparte su frustración: «¡Mi marido no es precisamente el más cariñoso durante Ramadán! Pero no porque sea más devoto, sino simplemente porque está de mal humor», lamenta. Ella le ha recordado que este mes sagrado es una oportunidad para acercarse a Dios y al profeta, y por ende, debería ser amable o al menos guardar silencio. «¡El mes sagrado me preocupa!», añade. Es cierto, señoras, en sus últimas palabras, el profeta dijo: «oussikoum bi nissae khayran» (cuidad bien de vuestras esposas). En nuestra religión, los hombres deben cuidar de sus esposas, pero ¿qué ocurre durante el mes de Ramadán? Amor y ayuno Este es un tema complejo. Durante el ayuno, el acto sexual está prohibido desde el amanecer hasta el atardecer. Sin embargo, después del iftar, todo es permitido entre los cónyuges, siempre que se realice la gran ablución antes de la oración del dohr al día siguiente. «Pero es preferible hacerlo antes del fajr para poder rezar», aconseja Ghizlane. Las normas sobre el amor son bastante claras después del iftar, pero ¿qué sucede antes? Se dice que el ayunante puede conversar, sentarse e incluso tocar a su esposa, siempre que no sea con la intención de satisfacer sus deseos. El mejor ejemplo es el del profeta Mohamed. Aicha, su esposa, narró que "el Profeta (SAW) besaba a sus esposas y las acariciaba mientras ayunaba, aunque él era el más capaz de contener su deseo sexual". Para los ulemas, besar o tocar a la esposa es un gesto de amor, aunque es preferible abstenerse para no poner en riesgo el ayuno. Así que, señoras, dejen esta página abierta para que la lean sus esposos. No hay nada de malo en besar o tocar a su esposa siempre que no despierte el deseo. Al contrario, ser tierno y amable es un valor añadido para su ayuno. ¡A buen entendedor!