El porcentaje de extranjeros de entre 16 y 19 años que termina el Bachillerato ha descendido en cinco años del 22% al 18%, mientras que el de los españoles ha subido del 20% al 24%. En cinco años, los jóvenes españoles de entre 16 y 19 años han superado el nivel educativo de los hijos de los extranjeros, y han abierto una brecha entre ambos colectivos. En 2005, el porcentaje de foráneos que habían terminado la educación superior (Bachillerato, en su mayoría) era del 22,84%, frente al 20,85% de los nacionales, según el Instituto Nacional de Estadística. Pero el dibujo formativo ha dado un vuelco en el último lustro: en 2010, la tasa foránea se desplomó hasta el 18,97%, mientras que la española aumentó al 24,09%. Entre los factores que, según los expertos, han provocado este cambio destacan las consecuencias derivadas de la crisis económica. La tasa de paro de los extranjeros ha obligado a miles de jóvenes a buscar empleos para ayudar a la economía familiar. Otros, como Luis Andrés García, ecuatoriano de 21 años, dejaron los estudios "por falta de motivación". El chico llegó a España hace nueve años junto a su madre y su hermano, siguiendo la senda que había trazado su padre, Luis, dos años antes. "Pero empezó fatal: le pegaban los españoles nazis y fachas y, cuando llegaron más compatriotas, se organizaron en pandillas y empezaron las peleas", recuerda el padre, a quien las continuas llamadas de la dirección del instituto descubrieron el absentismo escolar de su hijo. "Nos decía que iba a clase, pero era mentira. Se juntaba con otros chicos y tomó un mal camino". Tras abandonar los estudios, a los 18 años, Luis Andrés se alistó en el Ejército durante un año. Después, trabajó en una empresa de envío de remesas. Ninguno de los dos trabajos le convenció. "Con 19 años, sin que nadie le dijese nada, se dio cuenta de su error y se inscribió para sacarse la ESO a distancia", explica Luis, que un día descubrió a su hijo estudiando. El año pasado aprobó 4º de la ESO y este curso se ha matriculado en Bachillerato. Hoy, el único que tiene empleo en la familia es su padre, que celebra el regreso de su hijo a los estudios. Además de quienes abandonaron las clases para ayudar a la economía familiar o por falta de motivación, hay otro colectivo que los dejó, atraído por los cantos de sirena de empleos fáciles de baja cualificación, como la construcción. Tras el desplome de la oferta en este sector y el retorno general de españoles a la agricultura, la hostelería o el sector servicios, el paro de los extranjeros ha aumentado hasta el 30,4%, frente al 18,47% de los españoles, según la Encuesta de Población Activa del IV trimestre de 2010. El pasado lunes, la Comisión Europea hizo público un informe sobre fracaso escolar en el que España obtiene la tercera peor nota de los 27 países: el 31,2% de los jóvenes de entre 18 y 24 años no ha acabado la ESO. La media de la Unión Europea es del 14,4% y sólo Malta (36,8%) y Portugal (31,2%) tienen peores índices que España. La comisaria de Educación, Androulla Vassiliou, señaló los dos factores que, a su juicio, provocaron el drama español: el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y la mala integración de los inmigrantes. Para el portavoz de la asociación hispano ecuatoriana Rumiñahui, Raúl Jiménez, la segregación educativa es uno de los factores que impiden la integración del alumnado extranjero que demanda Vassiliou. El 82% de los alumnos extranjeros estudia en colegios públicos, frente al 67,6% de los españoles, según los últimos datos facilitados por el Ministerio de Educación, relativos al curso 2008/2009. Además, los barrios con gran concentración de extranjeros de casi todas las grandes ciudades tienen colegios que rondan el 95% de inmigrantes en sus aulas. "Al existir esta concentración, difícilmente van a poder compartir recursos con los españoles e integrarse por medio de la escuela", opina Jiménez, Algunos municipios como Mataró (Barcelona) han establecido cupos máximos de estudiantes extranjeros por aula. Para evitar la creación de guetos, los reparten entre el resto de centros escolares. No obstante, el origen de estos chicos no es el factor más influyente en el rendimiento medio de las escuelas, sino la clase social de sus familias, según indica el investigador del Instituto Elcano, Héctor Cebolla, en su informe La concentración de inmigrantes en las escuelas españolas. "La dispersión de los hijos de inmigrantes en el mapa urbano podría no garantizar la reducción de la desigualdad de resultados entre centros escolares", señala Cebolla, que demanda una mayor "igualdad educativa". Más precariedad laboral Ya antes de que la crisis hiciese mella en el empleo, varios indicadores esbozaban la división de los jóvenes en dos clases sociales en función de su origen. En 2008, el Informe de Juventud trazó una clara diferencia en el acceso de los inmigrantes al mercado de trabajo. El abandono escolar y el acceso temprano al empleo situó la tasa de actividad de los extranjeros en un 74,3%, frente al 58,5% de los españoles. A su vez, los periodos de desempleo de los primeros eran más cortos: el 15,9% llevaba más de 12 meses en paro, frente al 19,2% de los españoles. "Mientras que los parados españoles sólo buscan empleo relacionado con su formación, los desempleados extranjeros buscan cualquier trabajo", señaló el informe. Sin embargo, apenas el 32% de los contratos de extranjeros eran fijos, frente al 50% de los españoles.