El video de una migrante marfileña evacuada en un avión medicalizado hacia el CHU de Marrakech ha incendiado las redes sociales, acusando al Estado de favoritismo. Pero detrás de la indignación viral, los hechos revelan una realidad más compleja: Marruecos ha recurrido durante años al transporte médico aéreo para salvar vidas, sin importar su origen. Una intensa polémica ha estallado en las redes sociales tras la difusión de un video que muestra a una migrante marfileña, en situación irregular, siendo evacuada al CHU de Marrakech a bordo de un avión medicalizado tipo Learjet 45. La escena ha generado una ola de comentarios indignados, con algunos calificándola de «provocación» o incluso como una muestra de «discriminación positiva a favor de los extranjeros, en detrimento de los marroquíes». Las críticas más vehementes se centran en una comparación impactante: «Un marroquí en la misma situación habría sido transportado en un ataúd», afirman algunos internautas, aludiendo a un caso ampliamente difundido donde una mujer de la región de Aït Abbas fue evacuada en un ataúd por falta de ambulancia. Sin embargo, más allá de esta indignación, a menudo alimentada por la emoción, los hechos revelan una realidad más compleja. El uso del transporte medicalizado por vía aérea no es algo nuevo ni está reservado a una categoría particular de personas. Una política establecida desde hace años Desde hace varios años, el Estado marroquí ha movilizado helicópteros y aviones especializados para atender a pacientes marroquíes en situaciones críticas, independientemente de su origen o condición social. En 2015, por ejemplo, una mujer embarazada en estado crítico fue trasladada de urgencia de Laâyoune al CHU de Marrakech, tras el fracaso de una atención local. Al año siguiente, un treintañero gravemente herido tras una caída de nueve metros también fue transportado en helicóptero desde Laâyoune. En 2017, en plena tormenta de nieve en las montañas de Bouiblane, se envió un helicóptero medicalizado para rescatar a una mujer embarazada. Ese mismo año, otros tres casos críticos requirieron traslados similares: un niño de dos años y medio desde Tibourdin, un hombre de 48 años desde Boujdour y una mujer de Sidi Yahya Ousaad, todos hacia hospitales regionales o universitarios. En 2018, se registraron ocho intervenciones aéreas en las provincias de Beni Mellal y Azilal. Y en 2020, una mujer fue evacuada de urgencia de Bouarfa a Oujda, necesitando cuidados no disponibles localmente. Más recientemente, en septiembre de 2024, un helicóptero de la Gendarmería Real aseguró el traslado de dos pacientes de Takamout al hospital de Tata. Uno sufría de insuficiencia renal, la otra era una mujer embarazada. El verdadero desafío: generalizar el acceso a los cuidados de emergencia Estos ejemplos demuestran que el transporte aéreo medicalizado no es un lujo ni un favor excepcional. Es una herramienta estratégica para salvar vidas en un país donde las disparidades territoriales en el acceso a la salud siguen siendo evidentes. En lugar de indignarse por un caso aislado, la verdadera pregunta que se debe plantear es: ¿cómo lograr que este tipo de atención se convierta en norma para todas las personas en peligro, independientemente de su lugar de residencia? ¿Cómo fortalecer las capacidades del sistema de salud en las zonas aisladas, para limitar las evacuaciones de emergencia costosas y lógicamente limitadas? Tantas preguntas esenciales, lejos de los atajos emocionales que a veces dominan los debates en línea.