En medio de una crisis diplomática entre Francia y Argelia, la Gran Mezquita de París se encuentra bajo una intensa presión, acusada de mantener lazos demasiado estrechos con Argel. Esta situación es particularmente delicada mientras se prepara para organizar su cuarto «iftar de los embajadores» este martes. La disputa diplomática ha tenido consecuencias directas: a diferencia de años anteriores, no se ha enviado a ningún imán argelino como refuerzo para el Ramadán. «El consulado no ha recibido ninguna solicitud de visado», señala una fuente gubernamental. El rector Chems-eddine Hafiz, ya criticado por sus conexiones con el presidente Tebboune, ha sido recientemente acusado de establecer, con el respaldo de las autoridades argelinas, un lucrativo monopolio sobre la certificación halal de productos europeos destinados a Argelia. En enero, el exembajador de Francia en Argelia, Xavier Driencourt, instó a Hafiz a «ocuparse de la religión y no de la política», sugiriendo que era «el embajador no oficial de Argelia». Hafiz rechaza estas acusaciones: «Somos un puente virtuoso entre ambos países». Durante mucho tiempo vista como un modelo del islam republicano, la mezquita ha visto su posición debilitada tras ser excluida del Consejo Francés del Culto Musulmán (CFCM) en 2021. Su negativa a participar en la manifestación contra el antisemitismo en noviembre de 2023 también marcó un punto de inflexión. La crisis entre París y Argel se ha intensificado tras el reconocimiento francés de la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental y el encarcelamiento del escritor Boualem Sansal en Argel. El silencio de Hafiz sobre este asunto ha sido mal recibido. En este contexto, el ministro del Interior, Bruno Retailleau, adopta una postura firme sobre el islam en Francia. Recientemente, amenazó con dimitir si París suavizaba su política de expulsión de argelinos en situación irregular. Ante estas tensiones, Hafiz denuncia a «los sembradores de miedo» que alimentan «un eterno juicio a la inmigración argelina».