Musicólogo y escritor, Paul Bowles fijó su residencia en Marruecos durante 52 años, hasta su fallecimiento en Tánger en 1999. Durante sus viajes, grabó las músicas de los Jbalas para documentar este arte popular, especialmente piezas interpretadas en ocasiones religiosas como el ramadán. El 27 de agosto de 1959, Paul Bowles, escritor y compositor estadounidense, ya llevaba más de una década explorando Marruecos. Había recorrido el país y finalmente se estableció en Tánger, en la calle Sidi Bouknadel, en pleno corazón de la Kasbah. Ese día, un viaje lo llevó a Assilah, donde grabó una pieza interpretada especialmente durante el ramadán por los ghaïata. Se trataba de Ech chiffa, de Maalem Abdeslam Sarsri el Mahet Arzila y su conjunto. En sus notas explicativas, Bowles señaló que había capturado una versión de esta pieza de ghaïta desde el minarete de una mezquita durante el ramadán, incluyendo largas pausas entre las partes. Sin embargo, en esta grabación, esos silencios fueron eliminados. Las colecciones musicales de Paul Bowles abarcaban tanto música festiva como secular, piezas de ocasión que acompañaban ritos religiosos, grabadas entre tribus amazighes y árabes. Esta grabación no era una de las pocas que Bowles realizó en la región del Norte, entre los Jbala y el Rif. Prohibido por el Ministerio del Interior No obstante, su trabajo se vio interrumpido cuando las autoridades marroquíes le prohibieron continuar con sus grabaciones. Su conexión con los artistas locales de Jajouka había llamado la atención del Ministerio del Interior, especialmente por su costumbre de registrar las pistas sonoras. En su obra Travels, collected writings, Bowles relató que las autoridades locales le informaron que necesitaba una aprobación gubernamental para continuar con su proyecto. Sin embargo, el escritor permaneció en la incertidumbre, sin saber a quién dirigirse. Dado que estas grabaciones debían ser archivadas en la Biblioteca del Congreso en Washington, la embajada de Estados Unidos en Rabat se ofreció a ayudar a Bowles, poniéndolo en contacto con funcionarios marroquíes que pudieran otorgar los permisos necesarios. Pero estos esfuerzos fueron infructuosos, como explicó en su obra: «Nos acercamos a varios ministerios. Algunos afirmaban ser competentes para otorgar tal autorización, pero ninguno estaba dispuesto a dar su aprobación formal al proyecto. Probablemente nunca había habido un precedente y nadie quería asumir la responsabilidad de crear uno.» Paul Bowles en Fez, 1947 / Ph. DR. Con documentos profesionales que justificaban su actividad, Bowles continuó recolectando grabaciones pese a la prohibición, hasta que el Ministerio del Interior le notificó oficialmente que debía detenerse sin el permiso adecuado. El musicólogo había logrado reunir más de 60 horas de grabaciones. Con el invierno acercándose y las regiones nevadas aislándose, Bowles decidió que ya tenía suficiente material y optó por cumplir las órdenes del ministerio, poniendo fin a su trabajo de campo. Un fresco musical e histórico Esta extensa investigación se convirtió en uno de los pocos frescos musicales e históricos que documentaron el patrimonio cultural de Jajouka, siguiendo su evolución en el entorno rural de los Jbala y su introducción en las ciudades del Norte, como Tánger, Chefchaouen y Tetuán. El valor de esta obra no pasó desapercibido para las autoridades de la época, quienes incluso habrían solicitado conservar una copia. Un segundo ejemplar se encuentra hoy en Tánger, resguardado en la biblioteca del Instituto de la Legión Americana para los estudios marroquíes, comúnmente conocido como la Legación Americana. En este espacio cultural, la habitación de Paul Bowles se conserva con esmero, incluyendo pertenencias del artista, objetos personales, instrumentos de Jajouka, una máquina de escribir, así como libros, manuscritos, fotos, documentos administrativos, sus composiciones musicales e incluso sus maletas. Todo esto como una manera de mantener vivo el legado de este tangerino de corazón, quien se dejó seducir por la ciudadela en los años 30 y se estableció allí desde los años 40 hasta su muerte en 1999. Durante la segunda mitad del siglo XX, al igual que los autores de la Generación Beat, de la cual es una figura destacada, Paul Bowles alentó a varios otros escritores anglosajones a visitar la ciudad septentrional. La cantante, escritora y compositora estadounidense Patti Smith visitando a Paul Bowles en Tánger en 1997 / Ph. AP