Tan solo seis semanas después de asumir el cargo, Donald Trump marca una clara ruptura con las administraciones anteriores al nombrar a Duke Buchan III como nuevo embajador en Marruecos. Este experimentado diplomático, que previamente sirvió en España, probablemente verá su nombramiento aprobado sin problemas por el Congreso, donde el presidente republicano cuenta con una mayoría. La rápida selección de Marruecos para una nueva misión diplomática posiciona a Rabat entre las prioridades de la nueva administración, junto con Israel y el Reino Unido. Este enfoque contrasta con las prácticas anteriores de Washington, donde Argel solía ser favorecida para la designación de un embajador antes que Rabat. Durante su primer mandato (2017-2021), Donald Trump tardó ocho meses en proponer un embajador en Marruecos, David T. Fischer, en noviembre de 2017. Sin embargo, Fischer no asumió sus funciones hasta enero de 2020, mientras que su homólogo en Argelia, John P. Desrocher, ya estaba en el cargo desde septiembre de 2017. Joe Biden siguió un enfoque similar: no fue hasta marzo de 2022 que Washington propuso a Puneet Talwar como embajador en Marruecos. Al igual que su predecesor republicano, Talwar tuvo que esperar varios meses antes de asumir sus funciones en noviembre de 2022, mientras que Elizabeth Moore Aubin había sido nombrada embajadora en Argel ya en abril de 2021. El nombramiento acelerado de Duke Buchan III envía una señal contundente a Rabat, sugiriendo que la administración Trump pretende cumplir con los compromisos asumidos durante su primer mandato, especialmente el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sahara y la apertura de un consulado estadounidense en Dakhla. Otra señal de este acercamiento es que Marco Rubio, jefe de la diplomacia estadounidense, ya había contactado a su homólogo marroquí, Nasser Bourita, apenas una semana después de la investidura de Donald Trump.