España busca un matrimonio energético con el norte de África, especialmente con el vecino Marruecos, que en el último año ha hecho una apuesta fuerte por las energías renovables. «Existe la voluntad y Marruecos cuenta con las condiciones climatológicas favorables», aseguró el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos durante la inauguración en la ciudad de Asila de un coloquio sobre energías renovables en la que Arabia Saudí fue invitada de honor. «Esta reunión hay que aprovecharla para que todos lo países del Mediterráneo utilicen esta plataforma que se nos ofrece», dijo el diplomático. El sol de Marruecos abrasa y el viento, muy frío, aprieta fuerte. Por esta razón, los españoles, que se encuentran a la vanguardia mundial en el desarrollo de la energía solar y eólica, quieren ser los primeros en subirse al tren de la explosión energética en el vecino. Los empresarios españoles están dispuestos a romper con los prejuicios sociales y religiosos que en los últimos años han sido la principal barrera para invertir en el mercado marroquí, donde el interés por lo «verde» va muy en serio. Los tiempos son otros y el reino alauí se ha embarcado en diversos megaproyectos para anclarse en el mundo desarrollado que sólo las nubes de la crisis económica internacional amenazan con frenarlo. El ministro de Economía, Salahdine Mezouar, asegura que el sistema financiero marroquí «goza de una salud extraordinaria, es sólido y resistente». En el despegue económico de Marruecos, los empresarios españoles «son prioritarios», dijo Mezouar. De hecho, Abengoa ha sido una de las compañías agraciadas por el gran plan marroquí, que prevé la construcción de cinco plantas solares que serán capaces de producir 2.000 megavatios de electricidad. El parque solar, el primero de estas características en el país magrebí, se levantó en Ain Beni Mathar, a unos 80 kilómetros de Oujda, ciudad fronteriza con Argelia. Aquí las familias miran con sentimiento de alivio cada espejo aupado que está calentado alrededor de 140.000 hogares para los que la corriente eléctrica supone un gasto muchas veces difícil de asumir. El resto de plantas se encuentran en construcción. La creación de estas centrales termosolares se enmarcan en esa apuesta decidida de las autoridades marroquíes por las energías renovables con el objetivo de reducir su tasa de dependencia del exterior, que es del 97,3 %. El viento también juega a favor de Marruecos. El campo eólico de la española Gamesa ha levantado su gigante en Tánger con 140 megavatios (MW) de potencia instalada. Este proyecto con más de 120 enormes aerogeneradores han dado al paisaje tangerino un aspecto irreal. Pero éste no será el único, en Tarfaya, al sur de Marruecos, está previsto otro megaproyecto eólico que duplicará en potencia al de Tánger, con 300 MW. «Miramos hacia la consolidación en el horizonte de 2020 de una revolución industrial y renovable. Debemos asegurar el aprovisionamiento energético, reduciendo la dependencia de las importaciones que es altísima», añadió el ministro de Economía marroquí. «Y los españoles deben estar aquí», matizó a este periódico.